Cataluña o Catalunya

Por: Marco Aurelio González Gama

¡Híjoles, el tema de Cataluña y los catalanes prácticamente me ha acompañado a lo largo de mi vida!, es uno de los temas que ha acaparado mi atención por muchas razones que están asociadas a la etapa más temprana de mi infancia, de mi instrucción primaria y de la huella –muy profunda- que dejaron un grupo de maestros catalanes en esa etapa de la vida que es fundamental para todos los seres humanos.

Tengo una noción de Cataluña más o menos desde los seis años de edad, mi maestra de primer año de primaria, Luisa (Lluísa) Bargés Barba nació en Gerona, Cataluña en el ya lejano año de 1897 (murió en Córdoba en 1985). Llegó a México junto con sus hermanos Antonio y José en 1939, los tres eran parte de esa gran oleada cultural que significó para nuestro país el exilio español, al cual nuestro país acogió por iniciativa del Presidente de México, Gral. Lázaro Cárdenas del Río.

Los maestros Bargés Barba, los tres de origen catalán, fundaron en 1940 en Córdoba la escuela primaria Grupo Escolar Cervantes, junto a otros maestros igualmente exiliados, de origen valenciano todos ellos. Las clases por supuesto las impartían en un impecable español, pero en los recesos de entre clases, escuchar y ver comunicarse entre ellos hablando en catalán se hizo una cosa común en aquellos años, aunque no supiera bien a bien en qué idioma se comunicaban entre ellos esos viejos y sabios maestros.

En aquellos tiempos no comprendía el porqué de esa insistencia para hablar un idioma tan raro si en contraposición era tan fácil hablar en español, sin embargo, conforme fui ganando en madurez y mi educación fue avanzando, fue hasta entonces que entendí del porqué esos maestros se negaban a abandonar su lengua materna, de su fuerza y poder y del papel que jugaba éste como aglutinante de su identidad nacional. El idioma catalán entonces era como el eslabón que los mantenía enraizados a la tierra que años antes los había visto nacer, les daba identidad y los ayudaba a no olvidar, pero quizá lo más importante, era un símbolo que los ayudaba a llevar la vida en el exilio con lealtad y dignidad, mucha dignidad.

Tiempo después, en que mi panorama cultural se ensanchó aún más, me fui identificando más y más con los catalanes, con Cataluña, con el catalanismo y creció mi admiración por conocidos y reconocidos personajes de ese origen como el cantante Joan Manuel Serrat y Luis Eduardo Aute; el gran violonchelista Pablo Casals, los artistas plásticos Salvador Dalí, Antonio Gaudí –su arquitectura es deslumbrante, parece como de otro planeta-, Joan Miró y los cantantes de ópera Monserrat Caballé y José Carreras, y mención aparte merecen la afición por la comida catalana y por el Barcelona, F.C.

Total, soy el primero en reconocer que los catalanes, Cataluña y su cultura se cuecen aparte en el conjunto de España, porque además de todo lo mencionado líneas atrás, esa comunidad autónoma es, a no dudar, la región más rica de la península por su industria, agricultura, comercio, turismo, pesca y, en general, por su gran actividad económica de mayor peso por su contribución al PIB de toda España, sin contar con que es una de las regiones más ricas de toda la Comunidad Económica Europea, pero de eso a simpatizar con el independentismo del resto de España que están promoviendo los nacionalistas, ahí sí no coincido.

Y no coincido porque una escisión así no es cosa de mayorías, ni relativas, absolutas o calificadas, una segregación así requiere de la unanimidad porque de lo contrario lo único que hace es generar enconos, división y rencores. Bien dijo el monarca español Felipe VI a los españoles –incluidos los catalanes- en la reciente ceremonia de entrega de los premios “Princesa de Asturias”: “… que nadie construya muros con los sentimientos” y eso es precisamente lo que han estado haciendo las fuerzas políticas catalanas al promover la independencia de Cataluña del conjunto de España.

Además, percibo en este movimiento secesionista promovido por los ultranacionalistas catalanes encabezados por Artur Mas y su partido Convergencia por Cataluña, un cierto tufo fascista –racista- que vende la idea de que los catalanes son superiores al resto de los españoles, a los que ya empiezan a ver por encima del hombro.

Creo finalmente, que sí, los catalanes son distintos de los españoles clásicos más no superiores, y en lo particular me decanto y simpatizo con el partido Ciudadanos que ha insistido sobre la necesidad de trabajar por lo que une a los españoles en lugar de lo que los divide. No es conveniente de ninguna manera la independencia catalana, me parece que tienen mucho que perder y poco que ganar con ella, vamos, hasta el equipo Barcelona se tendría que desafiliar de la liga española y esa liga ya no sería lo mismo, los azulgrana se tendrían que inventar su propia miniliga y ya no sería lo mismo sin alguno de los dos clubs de fútbol más importantes de Europa y el mundo.