Cuando el cambio climático nos alcanzó

Por: Marco Aurelio González Gama

Este no es el relato de Charles Dickens en su fantástica “Historia de dos ciudades”, cuyas protagonistas principales son, nada más y nada menos que las ciudades de París y Londres de finales del siglo XVIII. No, tenemos que reconocer que hay mucha distancia y diferencias ostensibles entre estas dos históricas capitales europeas y nuestras veracruzanas ciudades de Córdoba y Orizaba, definitivamente no hay punto de comparación, pero eso no obsta para celebrar el paso que las autoridades municipales de estas dos ciudades vecinas, ya de por sí hermanas, dieron apenas hace unos días para “hermanarlas” de manera oficial.

Y es que ya “desdenantes” del hermanamiento oficial de estas dos poblaciones veracruzanas ocurrido apenas el 24 de noviembre pasado, de por sí estas dos ciudades ya eran hermanas. Casi nacieron, se desarrollaron y crecieron juntas. Orizaba es la hermana mayor, según se sabe y cuenta la historia, fue fundada como un asentamiento totonaco allá por el 1051, en lo que se conocía como el valle del Ahuilizapan (“lugar de aguas alegres”), y Córdoba, muchos años después, en 1618, ya como un asentamiento colonial fundado según decreto real de Felipe III, rey de España, aunque es preciso mencionar que en la cabecera se han encontrado vestigios arqueológicos de una ciudad precolombina fundada por los olmecas rurales que incluye una explanada para el juego de pelota y más de 20 edificios, todo esto en la zona que se conoce como Toxpan, a unos cuantos metros del centro histórico de la ciudad. Hay datos de que esta ciudad fue fundada entre los 300 y 600 años de esta era.

Pero eso tal vez no sea lo más importante, estas dos ciudades vecinas que han estado unidas por su cercanía geográfica indisoluble de apenas 24.5 kilómetros, han crecido y se han desarrollado juntas, a pesar del cañón del Metlác y de una orografía harto accidentada, al fin y al cabo las dos ciudades son puntales de la región de las altas montañas en el centro de Veracruz, es decir, la zona en la que termina la zona costera y empieza la cumbre. Las dos, con características distintas, se han mirado y observado a través del tiempo como poblaciones gemelas de alguna manera, pujantes, con una vida y una actividad social y económica propia en donde la columna vertebral de todo son cultivos como la caña de azúcar, el café, el arroz, los cítricos, el chayote y hasta el tabaco en rama, y la agroindustria que deriva de ellos, fuente inagotable de riqueza.

Las dos, a la par de su población endémica, han acogido a una importante migración europea, desde los barcelonetes que fundaron las principales fábricas de hilados y tejidos al pie del pico de Orizaba, que después fueron el antecedente de los grandes almacenes de México como El puerto de Veracruz, las Fábricas de Francia, el Puerto de Liverpool, París Londres, etc. Los alemanes trajeron las tradicionales formas artesanales para fabricar cervezas pilsner y supieron aprovechar las abundantes aguas del deshielo del Citlaltépetl; asimismo, los “harbanos” que llegaron huyendo de la Siria y el Líbano otomanos, se asentaron en esta rica tierra buscándose mejores oportunidades de vida, así como los españoles, muchos españoles, no pocos italianos, algunas familias judías, jamaicanas (las que destilaron los primeros jugos de la caña para convertirlos en los afamados ron Batey y el Potrero) y hasta los japoneses que se decantaron por las farmacias, la odontología, las papelerías y las sederías.

Las dos están atravesadas por afluentes como los ríos Orizaba y San Antonio, afluentes del Río Blanco, que ya canalizados y saneados en su travesía citadina, los dos ya convertidos en magníficos paseos urbanos, cada uno con sus características únicas: en el caso del Orizaba, con sus puentes que evocan alguna población europea, en el caso del San Antonio, con una ribera rica en biodiversidad y naturaleza que la hacen ideal para las caminatas matutinas y la observación botánica y de aves.

Las dos ciudades cuya alimentación se basa como todas las poblaciones de México en la cultura del maíz, no le hacen feo a la cultura del trigo, los mejores bolillos, teleras, pambazos y hogazas se encuentran en sus panaderías, lo que hace que en ambas poblaciones se puedan degustar las mejores tortas de pierna de cerdo horneada y de jamón envinado de Veracruz. En la pluviosilla son famosas las tortas Mellado y Pavito, y en Córdoba, las del Borrego, las de Zanatta, las de Pedro y las de Martell, y en ambas se comen por igual suculentos chilatoles de elote tierno, consumidos como mandan los cánones, con epazote, unas gotas de limón y azúcar al gusto.

Para los noctámbulos, en una se comen las mejores garnachas y el mejor mondongo de panza en el tradicional Salomé y, en la otra, el mejor bistec de hígado encebollado y la más exquisita barbacoa enchilada de pollo. Una tiene su palacio de hierro construido por el mismísimo Gustave Eiffel y la otra los portales en donde se firmaron los tratados que dieron paso a la vida independiente de nuestro país; Orizaba cuenta con una calle peatonal que invita a caminar (Madero), en la otra se encuentra una de las mejores y más bellas plazas cívicas de todo el país, el parque “21 de mayo”.

Orizaba es más conservadora, lo que es una de sus principales fortalezas, que evoca a la cercana Puebla sobre todo por sus iglesias coloniales, únicas en todo Veracruz, ex conventos y casas consistoriales maravillosas. La otra es menos conservadora y un poco más liberal que evoca más la vida bullanguera del puerto de Veracruz, y en las dos se come muy bien y se está igual gracias a su clima benigno en casi todo el año. Acá entre nos, tanto a cordobeses como a orizabeños les encanta el chisme local por igual, que son una característica fundamental de su idiosincrasia.

Total, entre Orizaba y Córdoba y/o Córdoba y Orizaba hay muchas más cosas que las unen de las que las separan. Nada más por mencionar un dato, ahí van algunos nombres de sus hijas e hijos distinguidos: Ignacio de la Llave, Francisco de la Llave, Fernado Casas Alemán, Cándido Aguilar Vargas, Antonio M. Quirsco, Rafael Murillo Vidal, Dante A. Delgado Rannauro, Rafael Delgado, Carlos A. Carrillo, Emilio Carballido, Sara García, Francisco Gabilondo Soler, Héctor Lechuga, Jorge Labardini, Evita Muñoz “Chachita”; el fundador de la Universidad Veracruzana, Dr. Manuel Suárez Trujillo; Fernando Salmerón Roiz (rector de la Universidad Veracruzana, primer rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana y miembro del Colegio Nacional), Héctor Salmerón Roiz (rector de la Universidad Veracruzana), Lic. Fernando García Barna (rector de la Universidad Veracruzana, Dr. Carlos Casas Campillo (miembro del Colegio Nacional), Lic. Antonio Campillo Sánchez (rector de la Universidad Veracruzana), Rubén Bonifaz Nuño (escritor, poeta y miembro del Colegio Nacional), Jordi Soler, Emilio Gidi Villarreal y Víctor Adolfo Arredondo Álvarez, y los músicos jazzistas Juan José Calatayud y Edgar Dorantes.

Pero además, Leonardo y Adolfo Zeeavert Wiechers, cordobeses ambos de nacimiento, fueron los constructores de la Torre Latinoamericana y diseñadores del sistema hidráulico de cimentación del edificio, mismo que construyeron por encargo de otro cordobés, socio en aquellos años de la aseguradora La Latinoamericana, Antonio Aüais Milke.

Finalmente, no hay que olvidar que tanto Córdoba como Orizaba fungieron durante algún tiempo como capitales políticas del estado. La primera en 1916, durante la gubernatura del Dr. Mauro Loyo Sánchez, lugar en donde se expide la vigente Constitución Política del Estado y, la segunda, en 1874, durante el mandato del gobernador Apolinar Castillo.

Las dos poblaciones hoy hermanadas, son junto con Fortín de las Flores, la columna vertebral de un sistema regional de municipios, casi 50, que, juntos, constituyen una población de más de 1’200,000 habitantes, desde la sierra de Zongolica, pasando por Maltrata y Acultzingo, Huatusco y Coscomatepec, Yanga y Cuitláhuac, Amatlán de los Reyes y demás poblaciones circunvecinas integralmente comunicadas, así es que felicidades tanto a cordobeses como orizabeños, hoy hermanados oficialmente.