Donald Trump para principiantes

Marco Aurelio Gonzalez Gama

Este es un tema, el de las elecciones primarias en los Estados Unidos que, con toda franqueza, no me siento con los suficientes argumentos como verter una opinión lo más apegada a la realidad que sucede en este proceso en la  Unión Americana. Si acaso la única certeza que tengo es la que la gran mayoría sabe, es decir, que hay una lucha en ambos bandos, el Partido Demócrata y el Repúblicano, en donde por el primero se disputan la candidatura Hillary Rodman Clinton y Bernie Sanders y, por el segundo, hay tres candidatos que están peleando fuertemente la postulación: el multimillonario Donald Trump, el cubano descendiente Marco Rubio y el ultraconservador Ted Cruz.

Pero para tener una idea lo más cercana posible a lo que en realidad está ocurriendo en el vecino país del norte, recurrimos a una versión de los hechos de alguien que está muy interiorizado del tema, que vive en Pasadena, Calif., pero al que además le apasiona el tema sobre todo ahora que se abre la posibilidad de que Trump, ese locuaz personaje, se alce con la candidatura por parte el Partido Republicano. El analista es Luis Cambustón, mexicano, veracruzano, que lleva más de veinticinco años de residencia en California.

MG: ¿Cómo ves esta coyuntura electoral Luis?
LC: La gente seria que dice saber dice hoy que no sabe nada. Todo el mundo habla del fin de Trump y el fin de Trump no llega. Cuando insultó a las mujeres, a los mexicanos, a los musulmanes y a los chinos todos dijimos: ¡se acabó!, lo mismo cuando insultó al Papa volvimos a decir, ahora sí ¡se acabó! Y la verdad es que no se acaba. Hay varias razones detrás de su popularidad. Así como hay grandes pensadores de avanzada en la Unión Americana, también hay una gran masa de ignorantes funcionales ultra nacionalistas, ultra conservadores, fanáticos religiosos y racistas. Hay gente que cree que Trump les está hablando personalmente con su moto Harley Davidson: ¡‘Make América Great Again’! (¡Hacer América grande otra vez!). Esos fanáticos son los que quieren que gane Trump, quieren ver barcos de guerra norteamericanos por todos los oceános poniendo “orden en el mundo”.
MG: Pero entre sus seguidores también hay gente de buena fe, ¿no crees?
LC: ¡Claro!, no todos son ignorantes funcionales, también hay gente decente y de bien que se quedó fuera de la jugada del internacionalismo económico de nuestros tiempos. En los EUA hay pueblos enteros que florecieron en el siglo XX dedicados a la manufactura y hoy son pueblos fantasmas porque muchas compañías mudaron sus plantas a China y la gente que se quedó sin empleo cree que Trump va a recuperar la grandeza económica del país, que les va a devolver sus empleos. Hay ganadores y perdedores cuando la economía cambia y los perdedores quedan muy resentidos.
MG: Oye, ¿pero en el fondo hay un profundo resentimiento en contra de Barack Obama por el hecho de ser negro, hay un racismo latente ante un blanco como Trump?
LC: Por supuesto, sus enemigos políticos, el Partido Republicano y los del “Tea Party”, se han cansado de repetir que las cosas están muy mal en el país, que la situación de los estadounidenses bajo el primer presidente negro es un caos total y también han repetido una y mil veces que Obama les quiere quitar sus armas, que les quiere imponer a la fuerza un sistema de salud burocrático y que ha intentado robar su libertad religiosa, en pocas palabras, los enemigos de Obama le han achacado que él, el primer presidente negro, ha estado en contra del bien más preciado de los gringos, la libertad, cosa que por supuesto no es cierto, pero hay gente ignorante que todo se lo cree, rayan en el fundamentalismo.
MG: Pero, ¿quién va a ser finalmente el candidato republicano, Trump, Rubio o Cruz?
LC: El candidato del ‘establecimiento republicano’ (establishment) parece que va a acabar siendo Marco Rubio, después de que el que el favorito preliminar, Jeb Bush se retiró. Habría que ver qué pasa en una competencia entre dos, Marco es de derecha y cambió sus posiciones sobre inmigración para atraer votos, ya también está empezando a hablar de deportaciones en masa y ha sugerido que va a continuar con la construcción del muro en la frontera, pero aunque Rubio es malo, no es tan malo como Trump. El tercer candidato con posibilidades, Ted Cruz, es un fanático religioso que dice que la biblia está por encima de la constitución, ¡hazme favor!, además es anti carismático y se ha ganado toda clase de enemistades en Washington por sus posturas ultraconservadoras, en el colmo, cómo lo verá la gente que hay quienes dicen que con Trump se podría negociar, con Cruz no, es un intransigente.

En resumidas cuentas, en el Partido Demócrata parece que la candidata va a ser, sin discusiones, Hillary Clinton, y en el Republicano, contra todos los pronósticos, acabará por imponerse Marco Rubio, por poco margen pero va a terminar alzándose con la victoria.











¿Estado laico o anticlerical?, y la visita de Francisco

Marco Aurelio González Gama

Todavía México es un país en donde la mayoría de la población sigue profesando la fe católica, alrededor del 75% de los mexicanos se declaran –nos declaramos- católicos, por eso le vino (le viene) bien al país la visita que por seis días hizo el Papa Francisco, misma que empezó el pasado viernes 12 y concluyó antier, el miércoles 17. Fue la séptima visita de un Papa a México, cinco de Juan Pablo II y una de Benedicto.

Fue una visita que tuvo dos vertientes, la primera, la oficial, de Estado, habida cuenta del carácter del Papa como Jefe del Estado Vaticano con el que México mantiene relaciones diplomáticas desde 1992 y que, como se sabe, constituye la organización estatal independiente (la Ciudad del Vaticano) más pequeña del mundo, con alrededor de 44 hectáreas de superficie, con una administración pública, un gobierno soberano, un conjunto de leyes que rigen su vida interna y una población de poco más de 450 ciudadanos; y la segunda, una visita de carácter pastoral, en donde llevó la palabra de Dios a los lugares que visito en su intenso y apretado periplo por territorio mexicano.

Siempre viene bien una visita de un personaje como el que encabeza la iglesia católica en el mundo, pero todavía más cuando se trata de un Papa como Francisco, jesuita, latinoamericano, argentino, de alguna manera “un hijo de los barcos”, sus padres eran italianos, de la región del Piamonte, al norte de la península itálica, o sea, como ya lo dije en una entrega anterior, es un hombre con la sensibilidad que da el haber conocido y vivido en alguna etapa de su vida en un ambiente de pobreza, de carencias y de estrechez económica, esa lacerante realidad que viven y padecen nuestros pueblos.

Y me parece que su visita cumplió con las expectativas que se tenían de él. Dicen los que son especialistas en estos temas de la iglesia, para marcar las diferencias que hay entre los últimos tres Papas, que a “Juan Pablo II había que verlo, a Benedicto había que leerlo y a Francisco hay que escucharlo”, y coincido, es un hombre dotado de la fuerza de las palabras, de los conceptos y de las ideas y por su formación dentro de la orden de los jesuitas, bien sabemos que ellos, los jesuitas siempre tienen algo que dar y enseñar a través de la palabra, son gente inteligente, sensible y naturalmente luminosas e iluminadas.

Bien le hace a la iglesia católica que en estos tiempos tan revueltos y confusos los encabece un Papa Jesuita como Francisco. Tengo muy claras mis convicciones personales, soy un católico no practicante laico, creo que todo el mundo tiene derecho a profesar la fe y la doctrina religiosa que más satisfaga sus necesidades personales, en ese sentido la libertad de culto y la libertad de creencias es una condición necesaria para alcanzar la plena libertad de conciencia.

Tengo muy claro lo que es un estado laico y lo que ello implica, para decirlo justamente, sé que lo que es de Dios es de Dios y lo que es del César es del Cesar”, no existe confusión alguna entre una creencia personal legítima, y la diferencia entre un estado laico, el confesional, jacobino y anticlerical, por ello creo que la actuación en esta ocasión del presidente Enrique Peña Nieto fue poco menos que impecable, se apegó al protocolo diplomático y confirió al Papa el trato más adecuado en su calidad de Jefe de Estado y líder religioso, y más allá de las “estampitas” que nos regalaron la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, que no tuvo el menor empacho en besar la mano del Pontífice y de inclinarse ante él, lo mismo para el secretario del Trabajo, que le sacó una fotografía a su esposa con el Papa o de la Procuradora General de la República, Arely Gómez, que en la despedida de Francisco en Ciudad Juárez aprovechó el momento para pedirle al Papa que le bendijera una medallita que la abogada de la nación llevaba en un elegante estuche.

Soy un estudioso de las ciencias sociales y políticas, me gusta observar el fenómeno social y político, siento apego por el materialismo histórico y creo firmemente en el método científico como el medio adecuado para acercarse a la verdad relativa de las cosas, por lo tanto, me queda claro que el Papa no vino a solucionar nuestros problemas, a sanarnos de la corrupción y de la impunidad latente en nuestro país, como tampoco vino a dar consuelo a un grupo en particular víctima de la violencia –todos hemos sido víctimas de la inseguridad y de la delincuencia-, ni mucho menos, como se llegó a decir en un principio, “viene a darle respiración de boca a boca al presidente”.

El Papa vino a México porque este país, aun con su interminable cauda de problemas y conflictos, sigue manteniendo una magia, un misterio y, lo que son las paradojas, un “embrujo” muy particular que lo hace único en el mundo, ojalá los mexicanos seamos lo suficientemente capaces para recuperar nuestra grandeza y tranquilidad perdidas.











Analistas coinciden en el nombramiento de José Antonio González Anaya

Marco Aurelio González Gama

De entre los tres cambios –ajustes- que realizó el Presidente Enrique Peña Nieto en el gabinete, la mayoría de los analistas coinciden en que el del coatzacoalqueño José Antonio González Anaya, es el más afortunado y más conveniente por la situación que en general vive el petróleo en el mundo entero, pero sobre todo por cómo la caída en el precio del crudo ha afectado, sin duda, a la otrora empresa pública insignia de nuestro país a nivel mundial.

Y es que no se trata en este caso de desestimar los otros dos cambios que estuvieron involucrados, es decir, los de los titulares de la Secretaría de Salud y del IMSS, José Narro Robles y Mikel Arriola (en realidad se llama Mikel Andoni Arriola Peñaloza), no, también tienen una gran relevancia, pero Pemex sigue siendo, a pesar de todo, una empresa estratégica para apuntalar el desarrollo de nuestro país, y el perfil profesional y la experiencia de José Antonio resultan claves para sacar de la difícil situación que atraviesa a la paraestatal.

De hecho no entendemos cómo desde el principio de la administración federal actual el Presidente Peña Nieto no puso al frente de Pemex a González Anaya, basta hacer una comparación rápida de los CV del anterior Director General Emilio Lozoya Austin con el del veracruzano y, con todo respeto, el del primero es como de un principiante comparado, repito, con el de José Antonio.

Nada más chequen el dato, González Anaya es licenciado en Economía e Ingeniería Mecánica por el Instituto Tecnológico de Massachussetts, además, realizó una maestría y el doctorado en Economía en la Universidad de Harvard; se desempeñó como economista senior del Banco Mundial en Perú, Bolivia y Paraguay. En 2006 fue nombrado titular de la Unidad de Seguros, Valores y Pensiones de la SHCP y un poco más adelante fue designado como jefe de la Unidad de Coordinación con entidades en la misma dependencia. En 2010 fue nombrado subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) por Ernesto Cordero y, más tarde, fue ratificado por José Antonio Meade.
Lozoya Austin, con todo respeto, hasta antes de Pemex, no pasaba de algunas chambas muy medianas en el sector privado, eso sí, con una sólida formación académica inclusive en el extranjero y que nadie discute, pero con muy poca experiencia dentro del sector energético, del que tal vez sabía muy poco o casi nada.

Lozoya Austin de hecho fue un titular casi invisible el tiempo que estuvo al frente de la paraestatal, se notaba poco asertivo, inseguro y poco dotado profesionalmente hablando para estar al frente de una empresa pública del tamaño de Pemex. José Antonio González Anaya, además de parecerlo, tiene la formación y la experiencia como para enfrentar el reto de navegar y comandar un trasatlántico en aguas tempestuosas.